Qué tendrá mayo,
qué tendrá la
primavera,
que me trae tantos recuerdos
de vivencias
rocieras.
Salimos de San José.
Mi hermandad está preparada
para ir
en busca de su Madre
que en Almonte está posada,
como paloma que
espera,
escuchando el rumor de las olas
cuando sale por los caminos
mi
Hermandad de Fuengirola.
Nervios a flor de piel
de pino y
amapola,
campos de girasoles,
entre redes y caracolas.
De una carreta
adornada
que guarda lo más preciao,
el guía de nuestro camino,
nuestro bendito
Simpecao.
Azul del cielo que ilumina
cuando más oscura es la
senda
entre hilos de oro bordado
se pueden leer diez letras:
Fe del peregrino,
Unión de mi
hermandad,
Encinares de sudores,
Noches de caminar,
Guitarra y
cante,
Ilusión por llegar,
Romeros enamorados,
Ofrendas que entregar,
Llanto
que quedó en el río,
Amor por ti, Rocío.
Y es que son tantas cosas
las que se viven
por los senderos
que es imposible explicar
como la queremos los
rocieros.
Barcaza en Coria,
las mujeres con tronío,
los sentimientos ya se
agolpan,
mañana cruzamos el río.
Del Quema a Villamanrique
los hombres ya
preparados
pa subir siete escalones
que nos llevan a su
lado.
Amanece un nuevo día
de polvo y eucaliptar,
hoy cruzamos la
raya,
queda poco para el final.
Carlos
Ruíz